«Esta casa tiene varios sentidos importantes, porque nos ayuda a tomar conciencia de que si nos unimos, si unimos esfuerzos, si unimos “ganas”, vamos a poder lograr lo que queremos (...). Es importante que la primera casa que tenga el presbiterio de Bogotá sea fuera de Bogotá, y sea en un clima más amable. Aquí estamos apenas 730 metros sobre el nivel del mar, no “2600 metros más cerca de las estrellas”, y eso facilita el que ya se pueda respirar mejor, el que se pueda tener a veces condiciones un poquito más fáciles de salud; y es importante también tener esa posibilidad, tener esa alternativa. En Bogotá, si Dios lo permite, pronto vamos a poder tener nuestra casa, pero aquí ya la tenemos. Y aquí están todos invitados (los sacerdotes de Bogotá) para poder gozar, disfrutar de esta casa que el Señor nos ha regalado» (Cardenal Rubén Salazar Gómez).